lunes, 6 de septiembre de 2010

Impecable maravilla.

Al despertar me di cuenta que las uñas de mis pies habían crecido, entonces comencé a considerar que había dormido demasiado talvez.

Sin detenerme en ese razonamiento miré através de la ventana acción que provocó mi salida al balcón; aire, plantas y ventanas (ya estaba oscuro) llenas de vecinos y vecinas. La mayoría solos pero con TV LCD y también con Internet "guaifai". ¡¡¡¡¡PUF!!!!!, todo este pensamiento con intención de ser profundo pegó a tierra, tal como el ritmo de la música que sonaba entonces en mi equipo de audio, al notar que a treinta o treinta y cinco metros a mi izquierda una silueta femenina recién bañada le preguntaba a su espejo mirándolo de arriba a abajo, si después que el atuendo que tardaría varios minutos en elegir ya no rozara más su piel y formase parte de la decoración del piso, ella estaría a la altura de la circunstancia como objeto de deseo, algo que al día o a los quince después quizás, pase a segundo plano para exigir que se la considere como mucho más que una linda figurita.

Moví mi cabeza asintiendo mientras entraba a buscar otro porrón de rubia sabiendo que aquel momento me motivaría a escribir unos renglones.

¿Cuántas ventanas cómo esa había ese día por ahí, en otros balcones?

Ya que estoy voy a buscar el alicate también.